Comentarios y Análisis de Política

jueves, 17 de mayo de 2012

Rostros torturados: Rajoy y Mas



Dos estampas preocupantes. El rostro de Mariano Rajoy durante sus declaraciones en los pasillos del Parlamento, y el de Artur Mas en la entrevista televisada que li hizo Josep Cuní. Rostros sufrientes de dos presidentes sufridores, que no transmitieron esperanza y optimismo, sino preocupación.

Daban la impresión de que podían perder la brújula y la ilusión. Están poniendo al límite sus esfuerzos para salir de la crisis, y esta no da señales de aflojar. Entonces, ‘hechos los deberes’, como aseguran, buscan desesperadamente la  salvación en otros planeamientos. Rajoy, clamando a Europa para que nos ayude; Mas, alentando al enfrentamiento con el Estado al que acusa de chupar la sangre catalana. Parecen recursos de quienes se siente al borde del  naufragio. Unos hablan del caos griego, otros de elecciones anticipadas.

Si España está haciendo ‘los deberes’ que le impone la Europa del euro, es lógico esperar que ahora nos ayude. Que no nos ahogue con más sacrificios económicos y sociales. Pero, ya es sabido, en los asuntos internacionales priman los intereses propios y los egoísmos de los estados. La solidaridad viene por añadidura, cuando puede ayudarles a ellos a no hundirse más. Hay que reclamar su ayuda, pues ningún Estado saldrá solo de la crisis, en un  contexto en que hay que hacer frente a desafíos globales, a la feroz competencia de los países emergentes o ya emergidos. Pero la solución  empieza dentro de cada país. Y para esto, aunque a un Gobierno con mayoría absoluta le toca gobernar, conviene que lo haga con el concurso de las fuerzas políticas y gobiernos autonómicos (que también son Estado y hay que comprender) con sentido de la responsabilidad colectiva. Más diálogo y comunicación, y menos decretos ley. Para apoyar la gobernabilidad, no para frenarla.

Y si Catalunya alardea de haberse adelantado en las medidas de austeridad, es comprensible que reclame un trato menos gravoso e injusto, dentro de la solidaridad, para no perder fuelle como motor económico, en interés propio y del Estado. Sin locomotoras potentes que tiren, el tren económico se parará para todos. Pero hay que decir que es una irresponsabilidad alentar desde el Govern, y sus medios, a lo que se llama un “choque de trenes” para desengancharse del resto del Estado. En un “choque de trenes” todos perderíamos, principalmente Catalunya (como otras veces), que es la parte más débil. Y en una gravísima crisis económica y social, como la que vivimos, provocar ahora (al margen de ideologias y sueños históricos), una radical crisis política de Estado, de enorme gravedad y consecuencias imprevisibles,  sería algo mucho más grave que una irresponsabilidad; sería un suicidio colectivo.

Los rostros –últimamente mostrados- sufrientes, casi abatidos, de los presidentes Rajoy y Mas, no son un buen augurio pàra nadie. Menos enfrentamientos y más colaboración. Calma y sentido común.

.






sábado, 5 de mayo de 2012

Las prisas de Rajoy



Se comprende la prisa de Rajoy. Su prisa por hacer reformas a fondo, pues las medias tintas hundieron a Zapatero Su prisa para hacerlas al principio de su mandato, ya que ahora rentabiliza su mayoría absoluta y no ha de pensar en elecciones. Su prisa para cumplir con los mandatos de la Unión Europea, que es quien nos puede prestar dinero para salir adelante.

Pero la prisa suele ser mala consejera.  La prisa, a veces, lleva a tomar decisiones inmaduras. La prisa puede llevar a acumular en poco tiempo medidas que si son impopulares multiplican el malestar social. Sobretodo si se presentan en un tono arrogante y poco dialogante. Incluso en el caso de que sean necesarias, acertadas y urgentes. La inmadurez, la acumulación y la imposición, son tres fallos que pueden malograr el éxito de las mejores intenciones.

A los graves males de la situación, aunque sea heredada, no se le pueden añadir otros males.

Prisa, sí, pero madurando bien cada paso; no acumulando latigazos sobre espaldas ya heridas; y sin aires de superioridad por más que las urnas hayan investido al que manda para que gobierne. También hay ritmos y matices en la manera de gobernar. Los cambios apremian para no caer en intervención o quiebra. Llevamos años de retraso, cierto, pero correr demasiado también tiene sus riesgos. Deprisa, pero sin pasarse.

Y los sacrificios que se piden  a la ciudadanía, debieran ir acompañados de algún alivio. Los recortes, compensados con más claros y eficaces estímulos a la reactivación, aunque no pueda ser inmediata. Hay que atender a los emprendedores, para que emprendan, no para que echen más gente a la calle. Más gente a la calle quiere decir más agentes a vigilar las manifestaciones.

Hay que cumplir, seguramente por necesidad, las directrices de los mandamases de la Zona Euro en la que estamos, pero quizás también negociando más a fondo. También ellos dudan, cambian de opinión y no son unos ángeles de la guarda.

Gobernar, sí; pero cuidado con las prisas excesivas y el tono demasiado autoritario, señor Rajoy. Gobernar no es correr demasiado..., ni poner en marcha las tijeras cada semana. Además, hay que repartir mejor la tela que no se corta.