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Comenzó
en el periodismo de comarcas. Director de Ausona y Crítica. Su columna
Cada cual con su opinión en El Correo Catalán, del que fue subdirector,
hizo temblar a Manuel Fraga. Fue elegido ‘Periodista español del año’.
Publica ‘Quan volien silenciar-me. Memòries d’un periodista
inconformista’ (Pagès editors).
- Señor Espina, ¿quiénes quisieron silenciarle?
- Sin dramatizar. Pero demasiados y demasiadas veces. Ya es historia...
- ¿Cuándo quisieron silenciarle?
- Cuando, a los veinte años, me expulsaron políticamente del diario
Ausona, de Vic. Cuando, años después, me amenazaban grupos de Fuerza
Nueva, de Falange, de seguidores de Cristo Rey, por mis artículos en El
Correo Catalán. Cuando el ministro Fraga me dijo en su despacho: «Yo
puedo silenciarle», y a la empresa: «hay que desespinizar El Correo».
Cuando llamaban a mis familiares: «le cortaremos las piernas», «su vida
corre peligro». Cuando un accionista del diario, que disentía de mis
opiniones, me advirtió: «recuerde que usted tiene esposa e hijos». En
fin...
- Quien tenía una obsesión con usted fue el por entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga.
- Sí. Un modesto artículo mío sobre la canción Se’n va anar de la
cantautora Salomé hizo saltar las alarmas. Para ganar audiencia, Salomé
decidió cantarla en castellano y no me gustó, perdía su frescura. Lo
critiqué y se interpretó como un desprecio al castellano y a España.
Fraga llamó a mi director Andreu Roselló: «¡mañana a las diez, Espina en
mi despacho, en Madrid!».
- No se andaban con chiquitas.
- Fui, y tuve bronca: «yo le puedo silenciar. Con la unidad de España
no se juega» -Desde la periferia vemos las cosas distintas- comenté.
«Yo también soy de la periferia, de Vilalba». Regresé a Barcelona y
estuve un tiempo sin publicar nada. Pese a todo, corrió un malévolo
rumor de que había un «pacto secreto» entre Fraga y yo para dar cierta
impresión de libertad de prensa. ¡Qué le vamos a hacer!
- ¿Qué presiones percibe como más perversas, las de la política o las de la economía?
-Las de la política son más descaradas; las económicas más sutiles.
Todas son perversas. La independencia es la esencia del periodismo. ¡Aun
no es posible! Hay que encontrar nuevas fórmulas, como se ensayan en
algunos países, sin demasiado éxito. Cada periodista debe ganarse a
pulso su grado de independencia, con su rigor, seriedad, distanciamiento
de todos los poderes, incluso de sus propios intereses personales. Nada
fácil, claro.
- Usted siempre ha hecho bandera de su independencia
periodística. Sin embargo se le ha ‘acusado’ de ser el «preceptor
político de Jordi Pujol».
- Siempre he intentado ser independiente, y creo que bastante he
conseguido. Lo de ‘preceptor político de Jordi Pujol’ lo dice en su
libro Jaque al Virrey, Juan Josep Novoa, el último administrador único
del final de El Correo. Un libro interesante, por su mucha información,
pero poco riguroso. Creo que lo dice de buena fe, porque mis contactos
con Pujol venían de antes de su fatal entrada en la empresa de El
Correo, y antes de ser President. Hablábamos de muchas cosas, como hacía
con otros personajes que han sido muy importantes, incluso ministros...
Esto no es ser «preceptor» de nadie.
- De hecho ocupó un cargo de responsabilidad institucional en gobiernos de Pujol.
- Fundador y director unos diez años del Centre d’Investigació de la
Comunicació, con rango de director general, que en realidad no utilicé
casi nunca. Mi labor era de estudio y coordinación de estudios entre
expertos y universitarios de aquí y de otros países. Me pusieron en una
lista de apoyo a la candidatura de Jordi Pujol e hice retirar mi nombre.
Allí «no es feia barretina», era mi lema.
- Usted siempre ha tenido fama de rebelde. ¿Cree que ha sido así?
- No sé si rebelde, inconformista sí, en casi todo. Lo llevo en la
sangre, pese a mi apariencia de sereno. Me ha acarreado disgustos. Josep
M. Huertas escribió, ya en 1968, que «Espina quiere pasar desapercibido
físicamente, pero no intelectualmente». Seguramente lo vio mejor que yo
mismo. Y Josep Carles Clemente me calificó de Enfant terrible de la
prensa española. Exagerado.
- Y un poco de mal genio. Una vez lanzó un bote de medicamentos contra una enfermera…
- Un poco de mal genio, quizás sí. Pero me entiendo muy bien con las
personas. Lo del bote de medicamentos ocurrió porque me enteré que la
enfermera lo había cogido de un hospital público y yo estaba internado,
por un grave accidente, en uno de privado. Me irritó y le tiré el bote a
la cabeza.
- Este carácter indómito, ¿le ha impedido llegar a director de algún gran periódico de Catalunya?
- No lo sé, pero es posible. En un periódico debes estar entre la
redacción y la empresa, entre los intereses de los lectores y los
económicos, que no siempre coinciden. Además, la gestión no me
satisface. Prefiero pensar y escribir sin ningún tipo de cortapisa. Lo
dicho: de forma independiente, incluso de uno mismo.
- ¿Qué le parece el periodismo militante, en un sentido u otro, de que hacen gala actualmente muchos periódicos?
- ¡Horroroso! El periodista sólo puede ser militante de la libertad.
Del servicio al lector, con la máxima objetividad y honradez posibles.
- El periodismo, si no es independiente, ¿no es periodismo?
- Es propaganda, más o menos indecentemente camuflada, en prensa u otros medios de comunicación. Abunda demasiado.
- Explíqueme alguna interioridad que no se haya atrevido a recoger en sus libros.
- He escrito este libro de memorias -a los 85 años y con 70 de
periodismo- como una confesión. No trato de justificar nada, ni de
ajustar cuentas con nadie, simplemente de explicar vivencias como las
he vivido. ¿Quiere más? ¡Si en este libro desnudo mi alma!
- ¿Quiénes son los mejores periodistas que ha conocido? Los que le hayan dejado alguna huella profesional.
- Conocidos personalmente, Josep Pla, Gaziel, Augusto Assia, Manuel
Brunet, Tristán la Rosa, Joan Fuster, Néstor Luján, Vázquez Montalbán,
Baltasar Porcel, Santos Juliá, González-Ruano, Emilio Romero, Juan Luis
Cebrián, Huertas Clavería. Como director, Andreu Roselló, de El Correo
Catalán.
- Atrévase a dar un consejo a los profesionales que hacen periodismo en Twitter.
- De consejos, nada. Yo inicié el comentario de diez a quince líneas,
que fue seguido por otros. En Twitter se pueden decir muchas cosas en
140 caracteres. Ir a la idea, clavarla.
- ¿Ha muerto el periodismo y ha nacido otra cosa?
-Hay cambios, no siempre para bien, de forma y de géneros. Han
aparecido con fuerza el tertuliano, el presentador, el showman, el
animador... No todo es periodismo riguroso, sereno y pensado, más bien
improvisado e impactante, mediático. Las redes son un gran fenómeno, ya
se intentan controlar. El columnista, el reportero y el entrevistador,
en cualquier medio, son insustituibles.
- Un último análisis de actualidad. ¿Cree que Catalunya llegará a ser un Estado independiente?
- Me habría gustado encontrarme, al nacer, en una Catalunya
independiente y bien estructurada, pero inventarse ahora un procés para
llegar a ello me parece disparatado. No creo que se llegue nunca a una
plena independencia, no parece posible y los costes para todos podrían
ser enormes. Y no hay mayoría social aquí para ello, hay división por la
mitad: la heroicidad de un Artur Mas iluminado, que un día se cayó del
caballo, como San Pablo, pero él equivocó el camino. Una parte de
Catalunya no se puede imponer a la otra parte. Otra cosa es mejorar su
situación política y económica. Es como lo veo ahora.