Comentarios y Análisis de Política

sábado, 20 de febrero de 2016

MITJA CATALUNYA CONTRA L’ALTRA MEITAT

Pel cap baix hi ha quatre fets preocupants a Catalunya, en l’actualitat, i això va més enllà de qualsevol tendència o color polític normals, ja que són fets que s’escapen de la normalitat democràtica.
Primer. Arran de la radicalització nacionalista –que ha passar del nacionalisme al secessionisme–,  la societat catalana s’ha dividit gairebé per la meitat: els partidaris de trencar amb la resta de l’Estat i els qui prefereixen continuar formant-ne part si bé amb una forma de relació diferent, ja que l’actual resulta molt conflictiva.
Segon. A més d’aquesta preocupant divisió de gairebé meitat per meitat –si bé els números  donen un escàs avantatge de votants a favor de l’opció de buscar una millor relació–, resulta que una meitat –precisament la menys votada– vol imposar-se a l’altra, amb la qual cosa es trenca la bona convivència i fins i tot es vulneren les regles democràtiques a l’ús. No té cap lògica que la minoria –per molt àmplia que sigui– forcegi per prevaler sobre la majoria. Ni  encara que hi hagués hagut un empat al cinquanta per cent, ja que, per sentit comú, una decisió tan transcendent per a la totalitat requeriria un percentatge molt més alt –posem que un setanta o vuitanta per cent– i aconseguit amb la participació en les urnes de bastant més de la meitat del cens electoral. Sense aquestes premisses, no solament es fomenta el xoc social intern, sinó que es recorre a sistemes totalitaris.  
Tercer. Si, a més, resulta que una de les meitats –la petita– es fa amb els instruments de poder de tota –clarament l’institucional (executiu i parlamentari), a part del mediàtic públic, i els utilitza il·legítimament per a atraure i sotmetre l’altra meitat, ens trobem davant un clar abús de poder.  Amb què s’han deixat de banda les normes elementals de la convivència democràtica per intentar instal·lar un sistema autoritari  a part del signe ideològic–de dretes o d’esquerres– que finalment acaba imperant.
Quart. Però si, a sobre, s’utilitza el doble llenguatge o l’engany a l’hora de convocar les eleccions i d’interpretar la veu de les urnes, fent veure que era un plebiscit allò que en realitat no era altra cosa que unes eleccions autonòmiques, s’estarà fora de la legalitat vigent. I si es proclama intencionadament, com es va fer al principi (després s’ha anat rectificant), que havia guanyat l’opció rupturista (que va obtenir més representants per a la formació de govern, però menys vots per a una pretesa secessió de l’Estat, cosa que no era l’objecte de la convocatòria), s’haurà entrat en l’espiral de la deslegitimació de les mateixes institucions catalanes.
I no si val acudir a la mobilització del carrer,  agitant sentiments i confonent  raonaments,  perquè prevalgui la cridòria sobre la legalitat i així aconseguir el que en el fons poden ser aspiracions ben legítimes d’una part de la societat, però que deixarien de ser-ho per culpa d’aquesta mena de procediments i en considerar-los superiors als de l’altra meitat de la societat catalana.
Són, aquests, uns raonaments i unes inquietuds a tenir en compte en l’actual moment d’exaltació de sentiments i interessos. I de ments sovint poc fredes.



viernes, 19 de febrero de 2016

Media Catalunya contra la otra mitad

Ocurren, como mínimo, cuatro hechos preocupantes en Catalunya. Y esto va más allá de cualquier tendencia o color político normales. Escapan a la normalidad democrática.

A raíz de la radicalización nacionalista –que ha pasado del nacionalismo al secesionismo-, la sociedad catalana se ha dividido casi por la mitad: los partidarios de romper con el resto del Estado y los que prefieren continuar en él, si bien con una forma de relación diferente ya que la actual resulta conflictiva.

Además de esta preocupante división de casi por la mitad –si bien los números dan cierta ventaja de votantes a la opción de buscar una mejor relación-, resulta que una de ellas –precisamente la menos votada- quiere imponerse a la otra mitad. Con lo cual se rompe la buena convivencia e incluso se vulneran las reglas democráticas al uso. No tiene ninguna lógica que la minoría –por muy amplia que sea- forcejee para prevalecer sobre la mayoría. Ni siquiera que hubiese un empate al 50 por ciento, pues una decisión tan trascendente para la totalidad, por sentido común requeriría un porcentaje diferencial mucho más alto –pongamos un 70 u 80 por ciento- y con una participación en las urnas de más de la mitad. Sin estas premisas, no solo se fomenta el choque social interno, sino que es recurrir a los sistemas totalitarios.

Si, además, resulta que una de las mitades –la menor- se hace con los instrumentos del poder de todo tipo –claramente el institucional (ejecutivo y parlamentario) aparte del mediático público, y los utiliza ilegítimamente para atraerse y someter a la otra, nos encontramos ante un claro abuso de poder. Con lo cual se han dejado de lado las normas elementales de la convivencia democrática, para intentar instalar un sistema autoritario, aparte del signo ideológico –de derechas o de izquierdas- que finalmente acabe imperando.

Pero si, encima, se utiliza el engaño y a la hora de convocar e interpretar la voz de las urnas, simulando que era un plebiscito lo que eran unas elecciones autonómicas, se estará fuera de toda legalidad. Y si se proclama intencionadamente, como se hizo al principio, que havia ganado la opción rupturista (que obtuvo más representantes para la formación de gobierno, pero menos votos para una pretendida secesión del Estado –la que no era el objeto de la convocatoria) se habrá entrado en la espiral de la deslegitimación de las propias instituciones catalanas.

Y no vale acudir a la mobilicación de la calle, agitando sentimientos y confundiendo razonamientos para que prevalezca el grito por encima de la legalidad, y así conseguir lo que en el fondo pueden ser aspiraciones legitimas de una gran parte de la sociedad, pero que se deslegitiman por este tipo de procedimientos y al considerarse superiores a los deseos de la otra mitad de la sociedad catalana.

Son, estas, inquietudes y razonamientos a tener en cuenta en este momento de exaltación de sentimientos e intereses, y de mentes poco frías.








domingo, 14 de febrero de 2016

"Wifredo Espina, el columnista catalán que leían los ministros de Franco"



LA VANGUARDIA

La Vanguardia

Wifredo Espina, el columnista catalán que leían los ministros de Franco


14/02/2016 10:12 

Emtrevista

Miquel Vera

Barcelona, 14 feb (EFE).- El periodista Wifredo Espina, un columnista influyente de la España tardofranquista, exhibe en su último libro una selección de anécdotas que permiten al lector sumergirse en la historia reciente de España de la mano de personajes como Adolfo Suárez, Felipe González o Jordi Pujol.
Con un tono autobiográfico, en "Quan volien silenciarme" (Pagès Editors, 2015) se relata con intensidad la labor de Espina en "El Correo Catalán", rotativo en el que firmaba una famosa columna que le valió algún disgusto: "Una vez Fraga me llamó y me echó una gran bronca por mi artículo sobre la cantante Salomé; se ve que generó tensiones en el consejo de ministros de Franco" explica a Efe el periodista .
"Una vez me llamaron a casa y me recordaron que tenía 'mujer e hijos', en otra ocasión miembros de Cristo Rey y de la Falange me amenazaron diciéndome que me cortarían las piernas y que mi vida corría peligro", relata Espina, quien no obstante subraya que "nunca se planteó tirar la toalla" ante las amenazas de las que era blanco por explicar "lo que otros callaban" en su columna.
"La transición fue el mejor momento del periodismo español", clama Espina. "Los propietarios de los periódicos andaban despistados y el régimen empezaba a hacer marcha atrás en la censura", recuerda el que fue uno de los columnistas de referencia en esa 'época dorada': "Los periodistas aprovechamos el momento y estábamos unidos por nuestro afán de luchar por la libertad; hoy estamos mucho más politizados y divididos".
Durante ésta época Espina trató a políticos de la talla del expresidente Adolfo Suárez, de quien destaca que "fue un gran político pero un mal gobernante, y gracias a que gobernó poco tiempo el mito de Suárez se hizo grande", señala. "Una vez me explicó que a veces soñaba que venía la 'Acoraza Brunete' a detenerle", rememora.
El periodista, que define su libro como una "confesión total sin apriorismos ni justificaciones", conoció a un joven Felipe González en su faceta de agitador: "Lo recuerdo gritando, puño en alto, por la república y la independencia del Sahara en un congreso semiclandestino del PSOE cuando el partido todavía era ilegal".
Wifredo Espina también trató intensamente a Jordi Pujol, tanto en la época en que éste se hizo con "El Correo" como cuando alcanzó la presidencia de la Generalitat: "Pujol era un mal empresario, pero un buen político". No obstante, Espina afirma que se sorprendió cuando salió a la luz el escándalo que le salpica a él y a toda su familia.
"Pujol llevaba una vida muy austera, nunca pensé que tuviera afán por enriquecerse; otra cosa es su familia, su mujer y sobre todo sus hijos", afirma Espina, que asimismo recuerda que "tanto Josep Pla como Josep Tarradellas me dijeron en alguna ocasión que no me fiara de Pujol".
Sobre el momento político actual Espina muestra un profundo desasosiego; "hoy más que política se hace 'politiquería'", "faltan grandes hombres de estado como los que hubo en la Transición, hombres que hicieron una Constitución muy bien hecha en un momento muy difícil, pero que es ciertamente vaga".
Respecto al proceso independentista que vive Cataluña los últimos años, Espina señala que "el nacionalismo catalán se ha ido radicalizando debido a la enorme torpeza de los poderes de Madrid". Asimismo, el autor advierte de que "todos los nacionalismos se radicalizan cuando se sienten atacados", algo que a su juicio está pasando en Cataluña y en España.
Al final todo esto acabará como un 'coitus interruptus'", vaticina el Espina.
(EFE)





martes, 2 de febrero de 2016

Entrevista a Wifredo Espina, periodista

"El periodismo militante es propaganda"

Entrevista a Wifredo Espina, periodista

Publicado: 19:07 - 01/02/2016
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Comenzó en el periodismo de comarcas. Director de Ausona y Crítica. Su columna Cada cual con su opinión en El Correo Catalán, del que fue subdirector, hizo temblar a Manuel Fraga. Fue elegido ‘Periodista español del año’. Publica ‘Quan volien silenciar-me. Memòries d’un periodista inconformista’ (Pagès editors).

- Señor Espina, ¿quiénes quisieron silenciarle?
- Sin dramatizar. Pero demasiados y demasiadas veces. Ya es historia...

- ¿Cuándo quisieron silenciarle?
- Cuando, a los veinte años, me expulsaron políticamente del diario Ausona, de Vic. Cuando, años después, me amenazaban grupos de Fuerza Nueva, de Falange, de seguidores de Cristo Rey, por mis artículos en El Correo Catalán. Cuando el ministro Fraga me dijo en su despacho: «Yo puedo silenciarle», y a la empresa: «hay que desespinizar El Correo». Cuando llamaban a mis familiares: «le cortaremos las piernas», «su vida corre peligro». Cuando un accionista del diario, que disentía de mis opiniones, me advirtió: «recuerde que usted tiene esposa e hijos». En fin...

- Quien tenía una obsesión con usted fue el por entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga.
- Sí. Un modesto artículo mío sobre la canción Se’n va anar de la cantautora Salomé hizo saltar las alarmas. Para ganar audiencia, Salomé decidió cantarla en castellano y no me gustó, perdía su frescura. Lo critiqué y se interpretó como un desprecio al castellano y a España. Fraga llamó a mi director Andreu Roselló: «¡mañana a las diez, Espina en mi despacho, en Madrid!».

- No se andaban con chiquitas.
- Fui, y tuve bronca: «yo le puedo silenciar. Con la unidad de España no se juega» -Desde la periferia vemos las cosas distintas- comenté. «Yo también soy de la periferia, de Vilalba». Regresé a Barcelona y estuve un tiempo sin publicar nada. Pese a todo, corrió un malévolo rumor de que había un «pacto secreto» entre Fraga y yo para dar cierta impresión de libertad de prensa. ¡Qué le vamos a hacer!

- ¿Qué presiones percibe como más perversas, las de la política o las de la economía?
-Las de la política son más descaradas; las económicas más sutiles. Todas son perversas. La independencia es la esencia del periodismo. ¡Aun no es posible! Hay que encontrar nuevas fórmulas, como se ensayan en algunos países, sin demasiado éxito. Cada periodista debe ganarse a pulso su grado de independencia, con su rigor, seriedad, distanciamiento de todos los poderes, incluso de sus propios intereses personales. Nada fácil, claro.

- Usted siempre ha hecho bandera de su independencia periodística. Sin embargo se le ha ‘acusado’ de ser el «preceptor político de Jordi Pujol».
- Siempre he intentado ser independiente, y creo que bastante he conseguido. Lo de ‘preceptor político de Jordi Pujol’ lo dice en su libro Jaque al Virrey, Juan Josep Novoa, el último administrador único del final de El Correo. Un libro interesante, por su mucha información, pero poco riguroso. Creo que lo dice de buena fe, porque mis contactos con Pujol venían de antes de su fatal entrada en la empresa de El Correo, y antes de ser President. Hablábamos de muchas cosas, como hacía con otros personajes que han sido muy importantes, incluso ministros... Esto no es ser «preceptor» de nadie.

- De hecho ocupó un cargo de responsabilidad institucional en gobiernos de Pujol.
- Fundador y director unos diez años del Centre d’Investigació de la Comunicació, con rango de director general, que en realidad no utilicé casi nunca. Mi labor era de estudio y coordinación de estudios entre expertos y universitarios de aquí y de otros países. Me pusieron en una lista de apoyo a la candidatura de Jordi Pujol e hice retirar mi nombre. Allí «no es feia barretina», era mi lema.

- Usted siempre ha tenido fama de rebelde. ¿Cree que ha sido así?
- No sé si rebelde, inconformista sí, en casi todo. Lo llevo en la sangre, pese a mi apariencia de sereno. Me ha acarreado disgustos. Josep M. Huertas escribió, ya en 1968, que «Espina quiere pasar desapercibido físicamente, pero no intelectualmente». Seguramente lo vio mejor que yo mismo. Y Josep Carles Clemente me calificó de Enfant terrible de la prensa española. Exagerado.

- Y un poco de mal genio. Una vez lanzó un bote de medicamentos contra una enfermera…
- Un poco de mal genio, quizás sí. Pero me entiendo muy bien con las personas. Lo del bote de medicamentos ocurrió porque me enteré que la enfermera lo había cogido de un hospital público y yo estaba internado, por un grave accidente, en uno de privado. Me irritó y le tiré el bote a la cabeza.

- Este carácter indómito, ¿le ha impedido llegar a director de algún gran periódico de Catalunya?
- No lo sé, pero es posible. En un periódico debes estar entre la redacción y la empresa, entre los intereses de los lectores y los económicos, que no siempre coinciden. Además, la gestión no me satisface. Prefiero pensar y escribir sin ningún tipo de cortapisa. Lo dicho: de forma independiente, incluso de uno mismo.

- ¿Qué le parece el periodismo militante, en un sentido u otro, de que hacen gala actualmente muchos periódicos?
- ¡Horroroso! El periodista sólo puede ser militante de la libertad. Del servicio al lector, con la máxima objetividad y honradez posibles.

- El periodismo, si no es independiente, ¿no es periodismo?
- Es propaganda, más o menos indecentemente camuflada, en prensa u otros medios de comunicación. Abunda demasiado.

- Explíqueme alguna interioridad que no se haya atrevido a recoger en sus libros.
- He escrito este libro de memorias -a los 85 años y con 70 de periodismo- como una confesión. No trato de justificar nada, ni de ajustar cuentas con nadie, simplemente de explicar vivencias como las he vivido. ¿Quiere más? ¡Si en este libro desnudo mi alma!

- ¿Quiénes son los mejores periodistas que ha conocido? Los que le hayan dejado alguna huella profesional.
- Conocidos personalmente, Josep Pla, Gaziel, Augusto Assia, Manuel Brunet, Tristán la Rosa, Joan Fuster, Néstor Luján, Vázquez Montalbán, Baltasar Porcel, Santos Juliá, González-Ruano, Emilio Romero, Juan Luis Cebrián, Huertas Clavería. Como director, Andreu Roselló, de El Correo Catalán.

- Atrévase a dar un consejo a los profesionales que hacen periodismo en Twitter.
- De consejos, nada. Yo inicié el comentario de diez a quince líneas, que fue seguido por otros. En Twitter se pueden decir muchas cosas en 140 caracteres. Ir a la idea, clavarla.

- ¿Ha muerto el periodismo y ha nacido otra cosa?
-Hay cambios, no siempre para bien, de forma y de géneros. Han aparecido con fuerza el tertuliano, el presentador, el showman, el animador... No todo es periodismo riguroso, sereno y pensado, más bien improvisado e impactante, mediático. Las redes son un gran fenómeno, ya se intentan controlar. El columnista, el reportero y el entrevistador, en cualquier medio, son insustituibles.

- Un último análisis de actualidad. ¿Cree que Catalunya llegará a ser un Estado independiente?
- Me habría gustado encontrarme, al nacer, en una Catalunya independiente y bien estructurada, pero inventarse ahora un procés para llegar a ello me parece disparatado. No creo que se llegue nunca a una plena independencia, no parece posible y los costes para todos podrían ser enormes. Y no hay mayoría social aquí para ello, hay división por la mitad: la heroicidad de un Artur Mas iluminado, que un día se cayó del caballo, como San Pablo, pero él equivocó el camino. Una parte de Catalunya no se puede imponer a la otra parte. Otra cosa es mejorar su situación política y económica. Es como lo veo ahora.