Comentarios y Análisis de Política

martes, 1 de diciembre de 2009

9.- Vida y muerte de una institució catalana plural y abierta al mundo

 Capítulo 9
CENTRE D’INVESTIGACIÓ DE LA COMUNICACIO

1. ¿Cómo y por qué nació el Centre d’Investigació de la Comunicació (CEDIC)?

Tras el cierre de El Correo, empecé  a colaborar en La Vanguardia como comentarista. Pero un buen dia Jordi Pujol, como había hecho otras veces, me invitó a comer en la Casa dels Canonges, y en la conversación surgió nuevamente  su interès por el mundo de la prensa y de los medios de comunicación en general, y de lo que se podia hacer, de lo que convendría  hacer y de otros asuntos, interesándose, también, por mi disponibilidad.

Después de hablar con Pujol sobre todo esto, tuve una reunión con Lluís Prenafeta, secretario general de Presidència, que me había citado en su despacho del Palau por indicación de Pujol. Salió el tema y como me pidió que concretarà algun proyecto, le adelanté la idea de un centro d'estudios sobre comunicación que, en principio, no le desagradó.

Inicialmente, Prenafeta me empujaba, de una manera muy elegante, para que el posible centro fuera una cosa más o menos profesional, pero yo lo llevé al campo más científico, ya que veía un peligro de politización si se inclinaba hacia un ente de vinculado con el mundo profesional o que pudiera tener relación con él. Quería evitar que puediera convertirse en un posible   enlace  entre Administración y profesionales. Noté que mi fórmula no le convencía demasiado a Prenafeta, precisamente porqué quedaba al margen de la política. Pero como yo contaba con cierto beneplácito de Pujol, la cosa  se enfocó tal como yo deseaba.  

La idea no era del todo original mía, justo es reconocerlo, ya que en el II Congreso de Cultura Catalana y ya en el I Congreso de Periodistas Catalanes se había planteado un posible instituto público de la comunicación que dependiera de la Administración catalana. Recogiendo, en parte, esta idea, decidí seguir este camino.

Una de mis tareas jurídicas en este proceso fue conseguir que en el decreto de creación quedara  bien clara esta independencia política: en uno de los últimos párrafos se decía que si el presidente quería encargar algún trabajo al Centro tendría que ser de carácter científico. Y todo esto para que nunca pudiera haber la tentación de derivarlo a un instituto de encuestas públicas hechas al gusto del gobierno de turno. Me pareció ético hacerlo así, como también no presentarlo públicamente, porqué era la manera de no suscitar envidias ni críticas a las primeras de cambio. Era también una manera de vacunarse contra las presiones, tanto internas como externas.

2. ¿Qué tipo de institución era? Como director, ¿tenía grantizada la independencia del Govern de Pujol?  

 Fue una institución bastante singular. Antes de realizar el proyecto visité cuatro o cinco instituciones o centros parecidos, nacionales y extranjeros, todos dependientes de universidades o de alguna fundación. Que dependiera directamente de la Administración no encontré ninguno, y esto hizo que nuestro  proyecto fuera un caso inédito.

Muchos profesionales y estudiosos, que nos visitaban, españoles y extranjeros, no creían ni podían llegar a imaginarse como un organismo con categoría de dirección general y que dependía directamente de Presidencia, no hiciera política y que tuviera tanta independencia.

Otros profesores, tanto extranjeros como de Madrid y de otras autonomías que querían crear centros similares –como Valencia, Murcia, Andalucía y Galicia–, no sabían como lograr un organismo de estas características: con gente muy plural y que se mantuviera independiente. Mi respuesta era que esto se había conseguido gracias  a un entendimiento explícito y muy leal entre el presidente Pujol y yo como director del Centro; un entendimiento de autonomía funcional del Centro, que nunca saldría de su campo: la investigación científica.

El Centro, por tanto, era de carácter científico, y lo primero que hice fue establecer alianzas con la UNESCO y con otras organizaciones como el Instituto Europeo de la Comunicación, de Manchester, un instituto universitario de Montpelier y uno de Grenoble, entre otros, para afianzarlo. He dicho alianzas, y no vínculos ni relaciones. Que fueran alianzas que empujaran el Centro al exterior, con compromisos hacia fuera, y así, con el soporte de entidades y de personalidades independientes y plurales de todas partes, se evitase un replegamiento hacia dentro y se convirtiese en un instrumento gubernamental de política. Reconozco que fue una estrategia sibilina, pero fue muy útil. 

3. ¿Qué valoración hace de los diez años de existencia del Centro?

Pués, muy positiva y gratificante. Incluso para mi constituyó una  sorpresa. Como ya he dicho, hicimos muchas cosas. Fueron unos años  fecundos y tranquilos. Tranquilos, digo, en el sentido que los temores que tuve durante el primer medio año –que se intentase politizar el Centreme fueron desapareciendo. Pudimos hacer cosas interesantes en el campo de la investigación y promoción dentro de la tarea fijada. Temía al princio que, a pesar de las conversaciones mantenidas  y el decreto de creación, Pujol no pudiera respetar el acuerdo. En este caso, yo estaba dispuesto a dimitir, pero no ocurrió lo temido. En estos casi diez años, Pujol se comportó muy noblemente conmigo. Es en este sentido que digo que fueron diez años tranquilos y fecundos gracias a un buen equipo que tuve la oportunidad de crear.

Pujol nunca me dijo ni me insinuó lo que teníamos que hacer, ni me comentó lo que habíamos hecho, ni insinuó lo que le gustaría que hiciéramos; ni por teléfono ni a través de terceros. Normalmente yo le daba cuenta de lo que hacíamos en el Centre cuando ya lo habíamos hecho. Esto se lo reconozco y le agradezco. Fueron, por tanto, unos años provechosos, de tranquilidad y de realidades, que han marcado huella. Y en su línea inmediatamente surgieron otros proyectos y realidades importantes, como el INCOM, en la Universidad Autonoma, y los premios y  ayudas a la investigación en comunicación del CAC.

4. ¿Qué actividades desempeñaba el CEDIC?

Promovía estudios e investigaba en el campo de la comunicación des de muy diferentes perspectivas: sociológica, económica, política, tecnológica... En este terreno,  fomentaba y coordinaba iniciativas en colaboración con universidades e instituciones, y con organizaciones profesionales y empresariales. Recogía y ofrecía información científica y documental existente en este campo de la comunicación básica... Establecía relaciones con otros centros de características parecidas de todo el mundo        a fin de  intercambiar experiencias y con la finalidad de traer a Catalunya los resultados  de la investigación comunicativa obtenidos en otros países, y de dar a conocer la realidad de la investigación catalana y a nuestros investigadores fuera de Catalunya, si bien algunos ya eran muy conocidos y con gran reputación.

 El Centre, por tanto, era un organismo científico de investigación en comunicación, prácticamente único en España, teniendo en cuenta las características singulares que tenía. Y todo esto, con una estructura y unos presupuestos mínimos, de los cuáles se sacó el máximo provecho. Creo que atinamos con la línea de actuación, aunque al principio yo era como un zahorí que buscaba agua con una varita y un péndulo.

Creamos premios a la investigación sobre comunicación y ayudas a jóvenes investigadores. Organizamos reuniones de intelectuales y de expertos de alto nivel, como las famosas Converses a la Pedrera; internacionales, como el Forum de la Comunicación, con la CNN y Le Monde; promovimos centenares de estudios y de investigaciones, en colaboración con las universidades de aquí y del extranjero y con organismos internacionales; organizamos congresos,  conferencias de  especialistas y personalidades de renombre internacional... Creamos  una base de datos única en España; publicamos libros en diferentes idiomas... Formamos parte de instituciones internacionales... Como director del CEDIC, yo fuí vicepresidente del IMCOM, con sedes en París y Marsella, y Manuel Parés y Maicas fue elegido presidente de AIERI. El CEDIC editó más de setenta publicaciones.

5. ¿Cuáles fueron sus principales colaboradores?

El CEDC fue esencialmente una obra colectiva. Los nombres de los colaboradores que ahora me vienen a la memoria y que más estrechamente trabajaron con el Centre fueron: Daniel E. Jones, Joan Maria Corbella,   Maria Corominas, Lluís Codina, Núria Puig,  Charo de Mateos... Quiero destacar de manera muy especial la importantísima colaboración de Miquel de Moragas, Manuel Parés y Maicas, Josep Guifreu, Bernat López, Marta Civil y muchos otros. Y debo destacar también la aportación de los miembros del jurado de los premios, muy prestigioso y plural: Salvador Giner, Llorenç Gomis,   Carles Sentís, Josepo Maria Casasús, Marc Carrillo, Daniel Giralt-Miracle, Joaquin Tormo y Victória Camps; como se vé, un mosaico diverso y de gran calidad.  

6. ¿Puede decirse que el Centro básicamente promocionaba la investigación?
Promocionaba y realizaba investigación; eran sus objetivos desde el primer dia y no se apartó de ellos. Los actos exteriores, los premios y las publicaciones formaban parte de esta tarea, recogida en buena parte en el llibre "El Centre d'Investigació de la Comunicació: Una institució catalana oberta al món", dirigido por Daniel E. Jones y prologado por Jordi Pujol.

7. ¿No añoraba sus artículos y columnas en la prensa?

Confieso que a veces he dudado sobre si hice bien aceptando el cargo, ya que mi imagen de periodista crítico y rompelanzas seguramente se resintió, de lo que ya me habían  advertido Carlos Sentís («Tu no puedes perder lo que has ganado con la punta de tu pluma», y Josep M. Baygual («Es una lástima que dejes de escribir, con esta pluma tan incisiva y valiente que tienes.») y otros, cosa que me hizo reflexionar. Pero es que yo  había llegado en un punto que necesitaba un cambio: volver en un ambiente más de estudio, más universitario, y dejar de tener la sensación que, si bien lo que escribía tenía bastante eco, en el fondo era como arar en el mar, y además se volvía en algo rutinario. Es una de las servidumbres  del periodismo.

También pienso, muchas veces, que quizás podría haber sido un destacado abogado, un notable médico internista con un cierto ojo clínico, un pasable arquitecto... Pero la vida no vuelve nunca para atrás, y solo tenemos una.     

8. ¿Cuáles cree que fueron las causas del cierre del Centre en 1997, económicas o políticas?

No me gusta hablar de esto....  En fin, se alegaron motivos económicos. Como el Centre estaba en un momento especialmente dulce, intenté encontrar una salida para la falta de presupuesto que oficialmente se argumentaba como motivo para ir frenando el Centro durante el último año de su existencia.

Dirigí mis esfuerzos a buscar colaboración externa, y hablé antes de ello con el secretario general de la Presidencia, Joaquim Triadú. El rector de la Universidad Autónoma me dijo que nos  ayudaría, que seguramente pondría a nuestra disposición un local. Otras universidades se mostraron dispuestas a colaborar con el CEDIC. El Centre Internacional de Prensa también estaba dispuesto a ayudarnos. La Caixa de Catalunya, con la cual ya existía una buena colaboración, se mostró abierta a hacer una aportación para que el CEDIC continuara. La idea era llegar a crear un consorcio en  el que estuvieran todas las universidades con estudios sobre Comunicación.    Todo esto lo fui  intentando concretar en diferentes conversaciones, según le había hablado al secretario general de la Presidencia. Pero, por lo que se ve, en el fondo, lo que él quería era cargarse el Centre y cargárseme a mi, que no me había doblegado ante sus intenciones de domesticar, controlar y ,en el fondo, politizar el Centre.     

Yo informaba por escrito al secretario general de la Presidencia, para tenerle al corriente de cada conversación que mantenía y pidiéndole autorización para llegar a algún acuerdo firme, pero no me respondió nunca. Más tarde escribí una carta al presidente Pujol poniéndole al día de todo, y, por primera vez, tampoco obtuve respuesta. Mal presagio..., algo raro ocurria...

Unos meses más tarde se organizó un seminario para altos cargos. Otras veces, estos seminarios tenían un carácter de orientación y formación en gestión, cosa que me parecía bien, aunquen unca fuí invitado. Como creí que, esta vez, este seminario tenía un carácter marcadamente político –el planteamiento y la temática lo eran, y también las personas que intervenían en él–, decidí no asistir, como tampoco, insisto, había asistido jamás a ningún acto político de ningún signo ni de ningún partido mientras fui director del CEDIC. Mi ausencia cayó muy mal en las más altas esferas, y seguramente les dio la excusa definitiva, aunque jamás confesada, para cerrar el Centre.

Con Triadú habíamos hablado del planteamiento que he explicado antes: Yo intentaría encontrar una solución al problema que el llamaba económico, cosa difícil  de creer teniendo en cuenta el pequeño presupuesto del Centre. Evidentemente, las intenciones del secretario general eran otras. El tema económico era, a todas luces, una excusa.

Después, con procedimientos no muy finos, me empujaron –por medio de un hombre gris y complicado, Juncosa, director general de no se qué– a jubilarme. Y me jubilé. Como es lógico, antes intenté hablar personalmente con Pujol, pero extrañamente no lo conseguí. Más tarde me envió una carta deseándome que guardara buen recuerdo de los años pasados en el cargo de la Generalitat. Sinceramente, me pareció una carta de mal gusto e impropia del presidente Pujol, que estaba al corriente de todo lo ocurrido y de lo que se había hecho por el Centre, y con quien hacía años tenía buenas relaciones. La consideré ofensivo.

9. ¿Por qué le jubilaron?

Acabo de explicar mi versión, que considero fué la real. Poco más le podría añadir, pero no quiero afear a personas. Como he dicho, no me gusta hablar de esto. Porque una cosa que fue muy bien y prestigiaba a la misma Generalitat, resulta que alguien se empeñó en que terminara mal. Los celos son cortos de vista...

10. ¿Cuál fue la reacción general ante el cierre del Centro?

Cuando se supo, por medio de la prensa, que yo dejaba el cargo, hubo un cierto nerviosismo en el gobierno de la Generalitat. Y se produjeron diferentes notas públicas de protesta, y pidiendo la continuidad del Centre, por parte de instituciones, universidades y personas de peso. Yo no  pretendía ningún escándalo, pero algo fue inevitable que se produjera.

Entonces se creó el Consell Audiovisual de Catalunya, y a su presidente, LLuís de Carreras, que también había sido colaborador del Centre, le pareció haber encontrado una fórmula mixta para salvar algunas cosa del CEDIC: acoger a la gente y parte del patrimonio documental y de estudios del Centre. D'esta manera, las universidades –con las cuáles yo pretendía crear un consorcio para un instituto de la comunicación– comprobarían que se estaba haciendo un cierto esfuerzo  para la continuidad del Centre, como habían pedido diferentes personalidades, cargos universitarios y instituciones, como, por ejemplo,  la Societat Catalana de la Comunicació, l’Institut d’Estudis Catalans, el Col·legi de Periodistes de Catalunya, etc. Y es que el Centre fue una obra colectiva que casi todos consideraban algo propio, y se constató que su espíritu tenía una vocación científica, abierta, plural y perdurable. En este aspecto, estoy plenamente satisfecho y agradecido.  

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