Se habla de un viaje del presidente Rayoy a Catalunya, la próxima semana, para "desactivar" las maniobras del president Mas, al frente del movimiento separatista que cada vez va adquiriendo una configuración mayor. No parece pueda augurarse a don Mariano demasido éxito en este viaje.
De
entrada, cada vez que se anuncia que un presidente del Gobierno central va a
Catalunya, da la impresión de que va al extrangero. O sea, de que no transita
dentro del propio país. Lo cual, proyecta una sensación extraña, incluso
ridícula.
Que,
además, se anuncie que el objetivo de este desplazamiento es para desactivar o
contrarestar una actuación de rebeldia de una parte del pueblo catalán, que
proyecta pronunciarse formalmente a favor de su separación del Estado, asombra,
porque estas cosas se hacen pero no se proclaman por adelantado.
Si,
encima, este movimiento de rebelión esta liderado, organizado y realizado por
el máximo representante ordinario del Estado en Catalunya, según disponen la
Constitución y el Estatut, textos que juró o prometió solemnemente acatar y
hacer cumplir el propio president de la Generalitat (representante y parte del Estado), el contrasentido resulta colosal
¿A
que irà Rajoy a Catalunya, presumiblemente, la pròcima semana? ¿Con que
autoridad? ¿Con que cartas, que pueda sacarse de la manga? ¿A ser humillado? A
evidenciar, nuevamente, su papel de Don Tancredo?
En
cualquier lugar, más en politica, cuando alguien en lugar de agarrar "el
toro por los cuernos” se queda quieto esperando a que el problema pase de
largo, tenemos un Don Tancredo.
O Rajoy va a Catalunya con una nueva
estrategia política atractiva y convincente, que realmente contrarrete el
sentimiento centrífugo que alli se ha instalado desde las propias instancias
representativas del Estado, o puede ahorarse este viaje al extrangero próximo.
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