A pocas horas de que, este
sábado, el president Artur Mas, en su temerario desafío al Estado, firme la
convocatoria de la famosa Consulta sobre la autodeterminación de Catalunya, su
'padre político', Jordi Pujol ha tenido que sufrir un calvario de acusaciones, en
forma de preguntas, de todos los grupos parlamentarios catalanes, incluido el
del partido que fundó y llevó al poder durante veintitrés años.
Le tenían ganas, los líderes
políticos que intervinieron, al expresidentes Pujol en su comparecencia en el
Parlament. La sesión, que comenzó con una especie de historieta familiar de
estar por casa, para explicar la procedencia de unos millones no declarados en
el extranjero, subió de tono en las preguntas de todos los grupos y en la
réplica de un Pujol especialmente airado que, como autodefensa, se
permitió reñir a todos, tras declararse inocente
de toda corrupción.
Las preguntas, que iban al
fondo de la cuestión pero formuladas de forma acusatoria e hiriente, a veces parecían
más un linchamiento del mítico personaje caído, fundador del nuevo catalanismo
y pieza clave de la modernización de Catalunya, que de buscar la verdad
objetiva por oscura y rocambolesca que esta pueda ser. Al gran mito que iba a
figurar en letras de oro en la historia, se le negaba todo reconocimiento y
consideración, incluso por los suyos.
Un espectáculo penoso que no
ha aportado nada sustancial al esclarecimiento de la cuestión de fondo: el confesado
fraude fiscal por muchos millones ocultos durante más de treinta años, su
procedencia real y los tejemanejes y extraños
negocios familiares. Más bien, ha evidenciado la amplitud y complejidad del
tema. Y al no ser contestadas, como
procedía, por el protagonista las preguntas básicas que se le formularon, las
sospechas seguirán sin esfumarse. La
mala uva de los interpelantes y la irritación del interpelado fueron muy
elocuentes. Hablan por si solas. Alguien deberá, algún DIA, comerse el marrón.
En todo caso, no solo es
sospechoso el rápido y publico distanciamiento mostrado por Artur Mas, varias
veces conseller en el gobierno de Pujol y su delfín, sino que se explica por la
necesidad de salvar de toda sombra de implicación en este turbio asunto, a los
líderes del llamado 'proceso' hacia la secesión, que ahora queda oficialmente
convocado a bombo y platillos –ganando por puntos a un Rajoy que se dispone a
recurrirlo- como el mayor hito en
trescientos años de la historia catalana.
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