Comentarios y Análisis de Política

martes, 7 de diciembre de 2010

3.- LA ETAPA DE FORMACIÓN, EN BARCELONA

Capítulo 3

 
1. ¿Por qué estudió Derecho antes que Periodismo?
Fuí bastante iluso, en el sentido de confundir la realidad con la ilusión. Creí que ser abogado era mi verdadera vocación –y seguramente lo era-, ya que tenía, y tengo, un concepto muy idealista de la abogacía, en abstracto.. Además, parecía una profesión más seria y estable, y entonces permitía ganarse mejor la vida que el periodismo. También era mejor vista. A veces pienso que me equivoqué, de alguna manera, pero no me arrepiento. El periodismo entonces era morirse de hambre, cosa de “chusqueros” o casi. Los periodistas en aquella época se peleaban por una invitación a un estreno, un guateque, un pase del tranvía, nada ¡una miseria! Ahora se pelean y a veces algunos se venden por lo que usted ya sabe. Se manejan muchos millones, para fines no siempre santos, a nivel de medios de comunicación. Pero esto ocurre en todas las profesiones y negocios. Los media son también un negocio.

2. ¿Qué papel creía que podía desempeñar un abogado en la sociedad?
Lo que creen la mayoría de los que empiezan la carrera con la normal ilusión juvenil. Defender el ideal supremo de la Justicia. Que el mundo fuese más justo. Con menos injustícias humans, menos corrupción social y política que da la razón al más fuerte, y menos gente pisoteada en sus derechos o intereses legítimos. Si iluso viene de ilusión, fuí un iluso rematado.Seguramente, ni más ni menos que muchos otros estudiantes. Cuando tocas la realidad, puedes reaccionar abdicando de tus ideales o pelear en el campo que piensas que más te acercan a ellos. Creo que es lo que hice.

3. ¿Cuándo y por qué sintió la necesidad de matricularse en la Escuela Oficial de Periodismo? Después estuvo en Escuela de Periodismo de la Iglésia, en el CIC...
Pues cuando supe que había una delegación de la Escuela oficial en Barcelona para cusar los dos primeros cursos. Me facilitaba las cosas. Hasta entonces era necesario ir a Madrid, igual que para los ingenieros de caminos, por ejemplo. No podia desperdiciar la oportunidad si quería hacer la carrera. En la Escuela del CIC estuve como profesor mucho más tarde y me permitió relacionarme con otros profesores y alumos de diversas tendéncias; allí se vivía un ambiente mucho más libre y democrático. Su director. Mosén Alemany, supo hacer un buen equipo con gente preparada y del país, y crear una admósfera liberal y de compañerismo, junto con Miquel de Moragas que fué eficaz Secretário de la Escuela. Todo esto está muy bien documentado y explicado en un libro-memória que hizo Rosario Bofill, esposa del periodista Llorenç Gomis, y que fué aventajada alumna mía.

4. ¿Cuáles fueron las primeras cosas que le enseñaron sus profesores?
Bastantes generalidades y banalidades. Y alguna idea del proceso técnico de la confección de diarios. Empezamos en una sala del Ateneo, en la calle Canuda, y seguimos en la rambla de Santa Mónica, al final de Las Ramblas. No tengo grandes recuerdos de aquella escuela. Pero sirvió para hacer amigos, como José Luís Cebrián Boné, Josep Faulí, Juli Bou, Ramon Solanes, Cochita Boada, González Cabeza, Benita Aizcorbe, Josep Armegou, Joan Armengol, etc. que después hemos mantenido cierta relación, cada vez más espaciada. Me hizo gracia que Faulí escribiera en uno de sus libros, refiriéndose a mi comiezo en la Escuela:“I ens va arribar un noi d’Osona, que no ho semblava...”.También me sirvió para conocer a algunos profesores como Claudio Colomer, Luís Ezcurra, Saenz Guerrero, Del Arco, Voltas, Demetrio Ramos, Aguirre,etc., algunos de ellos grandes profesionales.
Algunas cosas que me enseñaron en la Escuela, me parecen una barbaridad. Por ejemplo, escribir ‘medio centenar’ en lugar de ‘quinientos’, para impactar más al lector. O colocar en el mismo lugar del periódico una entrevista, tanto si se trataba de un gran pensador como de una bailarina de cabaret, por ejemplo. No se enseñaba a valorar las notícias o los personajes, lo importante era impactar. Así tenemos el periodismo que, mayoritariamente, tenemos.

5. Por aquel entonces, ¿cómo se imaginaba usted en un futuro? ¿Tenía claro que quería ser columnista político?
Me imaginaba escribiendo comentarios, pienso que también como muchos de los que empiezan...Comentarios firmados en los diarios, no necesariamente de temas políticos. Para expresar públicamente lo que pensaba o sentía, para influir en la sociedad de una forma crítica. Es lo que ha hecho toda la vida: ver las cosas desde el lado crítico y exponerlo. Es connatural en mí. El gtan director de El Correo Catalán, Andreu Roselló, un dia me dijo que yo tenía vocación de “pinnchar globos”, de desenmascarar entuertos, de derribar tabúes...Lo del columnismo político vino de la mano de las circunstancias que me tocaron vivir y de mi papel en el diario. En realidad me habría gustado más tratar temas más profundos y consistentes. En este sentido, siento alguna frustración.

6. ¿Cuál era su concepción de la Justicia?
Muy abstracta e idealista, como decía antes, pero muy real al afectar a las personas. No como una ideología, más bien como un apostolado. La idea de defender a alguien que otros o las circunstancias injustas maltratan. Pero hacerlo con la palabra, el razonamiento práctico sobre el bien y el mal. No tanto como redentor de pobres, sino de hacer justícia, de poner las cosas en su sitio, especialmente en las relaciones humanas

7. ¿Cómo se le daban los juicios?
Tuve muy pocos, quizás por esto puedo decir, para fardar, que los gané todos. Ejercí solo unos seis años. Y no se me gustaban. El procedimiento y la práctica permiten demasiados trucos. Algunos verdaderamente detestables. Esto me desengañó profundamente. Preferia las vias de conciliación. Escuchar al cliente en su problema y hacerlo mio. Es una sensación extraodinaria, pero hace sufrir muchísimo. Creo que no es de buen abogado...El apasionamiento por el problema de aquella persona a veces no te deja ser ecuánime. Era mi punto más débil.

8. ¿Cómo se los preparaba? ¿Sufría mucho?
Los preparaba muchísimo. Si convenía, actuaba como un detective sobre las circunstancia y personas implicadas en el caso. Creo que me pasaba, y esto me creó algún problema con abogados del adversario. Sí, sufría mucho. Me lo tomaba como algo muy personal, demasiado. Me perjudicaba la salud...Así no podía seguir, y lo dejé.

9. ¿Por qué decidió dejar la abogacía?
Lo acabo de explicar. Por desengaño, al comprobar que, demasiadas veces, aplicar la ley no es lo mismo que hacer justícia, y que el dominio de los trucos procesales y las malas artes y e incluso el juego sucio llevan a dar la razón a quien uno cree que no la tiene. No era la Justícia con la que había soñado y de la que me había enamorado. Era otra cosa. Busqué otros caminos, en lugar de defender intereses individuales, defendar los intereses de las personas y de la sociedad, frente a abusos de los poderes políticos, económicos, sociales...Este camino fue el periodismo

10. ¿Cómo le sirvió su formación en Derecho para el ejercicio periodístico?
Creo que de mucho. Abogacía y el periodismo que he ejercido son dos maneras de defendar a las personas y a la sociedad..Con instrumentos distintos, en lugares distintos. La misma finalidad última. Y ambas, con la palabra y el razonamiento. Además, la sociedad se rige por normas jurídicas, y estas no pueden ser desconocidas por un profesional del periodismo que trata la realidad social. No sólo seria una laguna, sino que puede llevarte a cometer muchos errores e incluso a pillarte los dedos, traspasando las normas penales. Y, concretamente, me fué muy útil para la propuesta y redacción de un texto sobre el secreto profesional y la cláusla de concincia, que tras aprobarlo la asamblea del órgano colegial de los periodistas catalanes, los redactores de la Constitución lo recogieron en el artículo 20 de la carta magna. Una buena causa.

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