Comentarios y Análisis de Política

viernes, 9 de noviembre de 2012

España se rompe en Cataluny

 
Extrañas elecciones. Referéndum camuflado. Como pretende el independentismo. España se empieza a romper en Catalunya.

El proceso ha sido hábil, apoyado por datos prestados de la realidad. Se ha tocado a fondo la fibra sentimental de partencia a un pueblo con siglos de identidad propia, que hay que respetar. Se le ha añadido una gran campaña de sensibilización de la fibra del interés económico, perjudicado por una política estatal que, se argumenta, frena su desarrollo presente e hipoteca su futuro.

Con este doble potente resorte era previsible que un sentimiento nacionalista, hasta hace poco muy minoritario, haya ido penetrando en la sociedad, en la tradicional de raíz catalana, pero también en la de arraigo posterior. El sentimiento y el interés se potencian mutuamente. Quizás también habría ocurrido, más lentamente, sin la agitación de un inteligente activismo político.

Desde las instituciones centrales, estatales y de los distintos gobiernos, ha habido una evidente miopía. Como la ha habido desde los centros de opinión –políticos y mediáticos, del resto de España. No se ha visto venir el oleaje o se lo ha minusvalorado.

Más aún, no ha habido la sensibilidad ni la honestidad de querer y saber escuchar la voz de la realidad. Incluso se la ha querido ahogar desconociéndola y atacándola torpemente de frente, No ha habido la inteligencia de saber que los nacionalismo se crecen sobre todo cuando son atacados o agredidos de alguna u otra forma. Se ha evidenciado, pues, una lamentable torpeza estatal.

Y esto ahora se paga. En unas extrañas elecciones, como las actuales, más oportunistas que razonables, que encubren y anticipan, en la práctica, el referéndum que el movimiento soberanista anuncia, sí o sí, para después. Las reacciones llegan tarde, y algunas son totalmente improcedentes.

Paradójicamente, en los momentos de mayorías gubernamentales absolutas, si no hay una inteligencia clara y una fina sensibilidad desde el Estado, las minorías que se sienten desatendidas se radicalizan. Como ocurre ahora. Son los momentos en que, como buscan precisamente  los nacionalismos periféricos, frente al nacionalismo centralista, se empieza a romper España.

Que no se rompa también Catalunya...


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