Es de brocha
gorda y demasido simplista la afirmación del Premio Nobel y novelista Vargas Llosa, de que "el nacionalismo es enemigo de la libertad"
(diario ARA.cat, 24.10.2012), porque no tiene en cuenta situaciones, circunstancias
y formulaciones, en que surgen los distintos nacionalismos.
Comentarios y Análisis de Política
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sábado, 5 de julio de 2014
Cuando nacionalismo no es liberta
El simple hecho de
que sean diversos, ya obliga a hacer una diferenciación. Y no sólo por sus
métodos, como ya hace el escritor, sino también por sus causas y finalidades.
No todos los nacionalismos son iguales. Pero también seria simplista y de
brocha gorda decir que nacionalismo es libertad.
En general, los
nacionalismos más bien tienden a poner en riesgo las libertades individuales,
de los ciudadanos. La libertad de las personas. La historia y la experiencia lo
enseñan. Cuando lo colectivo se mitifica, anteponiéndolo al bien y a la
dignidad personales, peligran valores fundamentales.
El nacionalismo puede
ser una reacción defensiva de un colectivo ante una agresión o el sometimiento por parte de otro
colectivo, del que forma parte o al que está vinculado. Es un reactivo
saludable a un abuso. También puede ser ofensivo, cuando tiene tiene ambiciones
expansivas o imperialistas. Quizás se referiria a este último caso la valorarción
que hace Vargas Llosa, aunque parece que va más allá.
Puede haber, también,
un choque de nacionalismos. Es el caso de España, en que un histórico
nacionalismo de raíz castellana ha intentado imponerse a los pueblos que
integran el Estado común, pero que no debió, ni debe, ignorar la personalidad
propia de estos pueblos. Este nacionalismo estatal es nefasto, suprime o ahoga
identidades diversas y naturales; en
lugar de enriquecer con ellas la colectividad mayor, la empobrecen y merman su
vigor al no integrar en ella la viva diversidad. A este podria aplicarse,
tambien o mayormente, lo de "el nacionalisme és enemic de la llibertad".
En los nacionalismos
reactivo, o defensivos, la idealización del colectivo puede actuar, y con
frecuencia actúa, en nombre de la cohesión y de la unión "para hacer
frente al contrario", como instrumento uniformador de actitudes y de un
pobre pensamiento único. Es decir, interiormente, como apisonadora de la
autonomia de los individuos y de la diversidad existente en la ciudadania. Y
exteriormente, de cara al contrario, como radicalizacion de las diferencias, e
incluso del fomento de la confrontación por las vias del cultivo -especialmente
en la escuela y en los medios- del menosprecio e incluso el odio.
Ocurre esto cuando la
falta de información, la deformación de los hechos o la visceralidad
-debidamente orquestados o alentados- , predominan sobre la racionalidad en los
conflictos nacionalistas. En estos casos, la libertad padece: la de los pueblos
y, más lamentablemente, la de los ciudadanos como personas. En ambas
situcaciones, nacionalismo no es libertad.
Advierte Vargas Llosa
que -en su opinión- "los nacionalismos pacíficos dicen respetar la
democracia y la convivencia, pero no hay que dejarse engañar", ya que
-según él- "esto es un disfraz, porque el nacionalismo es una ideología
inevitablemente autoritaria y reñida con la libertad". Ya decimos al
principio, que es una aformación excesiva y sin matices, pero en todo caso,
habría que aplicarlo a todos los nacionalismos, a los estatales y a los no
estatales.
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